Tal vez hayas escuchado hablar alguna vez del eneagrama, un sistema que distingue entre nueve tipos de personalidades. Según el eneagrama todos los caracteres que hay en el mundo se podrían agrupar en nueve, de modo que cada uno de nosotros nos identificaríamos con uno de esos caracteres.

Ese número representa nuestra manera de ser, se desarrolla a medida que vamos creciendo y no, no cambia con el tiempo. Siempre, desde que se forma nuestro carácter, somos el mismo eneatipo (así se denomina a cada uno de estos números). Sí que podemos estar más o menos sanos.

El eneagrama según Claudio Naranjo

Para mí lo bueno del eneagrama es que, una vez tu ubicas en uno de esos números, obtienes respuesta a una pregunta que, al menos a mí, me rondó durante mucho tiempo por la cabeza. Esa pregunta es, ni más ni menos, ¿quién soy yo?

Los detractores del eneagrama dicen que no es algo científico, que no se puede encasillar a las personas en un número y que es imposible eso de reunir a la humanidad en sólo nueve caracteres diferentes. Por mi experiencia, te puedo decir que el eneagrama es una poderosa herramienta de autoconocimiento que yo he experimentado en mis propias carnes.

Mi primer contacto con el eneagrama se produjo cuando tenía 23 o 24 años. A través de unos conocidos aterricé en un curso en el que lo conocí de primera mano: me ubiqué en un eneatipo (equivocado) y lo dejé ahí aparcado. De vez en cuando leía algo pero ya está. Diez años después empecé a preguntarme qué número en realidad era yo. Por aquella época empezó a rondarme la idea de que no sabía quién era, lo que quería, lo que necesitaba. Empecé a sentir que estaba muy perdida y fue cuando comencé a hacer lo que yo denomino mi viaje interior.

Empecé a visitar a una terapeuta humanista. Trabajamos en sesión, además de con otras herramientas, con el eneagrama y ubicarme en mi eneatipo fue un auténtico descubrimiento: me di cuenta de cómo mi carácter me había dominado durante esos 35 años, como mi ego había sido más grande que yo y como había llevado el piloto automático de mi vida.

El trabajo con el eneagrama

Fue ahí cuando decidí, sin saber muy bien dónde me metía, comenzar el Programa SAT del doctor Claudio Naranjo. El SAT supone un proceso de trabajo personal con el eneagrama que dura seis años, pues consta de seis módulos, uno por año. Mi camino en el SAT comenzó en 2010 y supuso un auténtico terremoto en mi vida. Yo, muy a menudo, digo que Viventi existe gracias al SAT porque fue lo que me impulsó a crear esta empresa y a atreverme a dar un gran giro en mi vida.

Claudio Naranjo, uno de los mayores conocedores del eneagrama

Tengo claro que el conocerme fue lo que hizo posible ese cambio. Y ese conocimiento, en mi caso, llegó a partir del binomio eneagrama-meditación y entrar en contacto con la manera de trabajar de Claudio Naranjo.

Supongo que en este momento me toca contarte que hay varios autores que trabajan en el mundo en el eneagrama. Los más destacados son Riso y Hudson, Helen Palmer y Claudio Naranjo. Yo la visión que me creo y con la que trabajo es con la de Claudio Naranjo quien trabaja lo que él denomina el eneagrama de las pasiones.

El eneagrama de las pasiones

¿Por qué el eneagrama de las pasiones? Porque su teoría es que cada uno tenemos una pasión dominante y que para llegar a nuestra mejor versión (la virtud) primero es necesario darse cuenta de cuál es esa pasión que, de alguna manera, nos jode la vida, nos hace ir en piloto automático y nos aleja de nuestra esencia.

Por eso, todo el trabajo del SAT está conducido a conectar con esa esencia que nada tiene que ver con esa pasión con la que nos identificamos. Desde ahí me gusta a mí trabajar el eneagrama con mis clientes de coaching: desde poner luz sobre cuál es ese piloto automático que llevan en su vida y que les impide ser quienes son en realidad.

El eneatipo, se me ocurre ahora, es una especie de pátina que desde pequeño vamos dejando que nos salga. Sí, como la que le sale a los candelabros de bronce. ¿Y cuál es el fin de esa pátina? Que no brillemos. El trabajo con el eneagrama supone limpiar poco a poco esa pátina para que poder brillar con luz propia tal y como somos.

¿Que quieres saber cuál es tu eneatipo? Para conocer el eneagrama es necesario un profundo trabajo de autoconocimiento. Es difícil así, a primera vista, ubicarse en un eneatipo. Sí que esta lista te puede dar pistas sobre cuál es el tuyo.

Eneatipo l. La ira.

Su pasión es la ira, aunque la reprimen porque los aleja de la perfección que desean alcanzar y la disfrazan de benevolencia. En su estado sano son justos, tolerantes y benévolos. Ejemplos de eneatipo 1 son Juana de Arco y Margaret Thatcher.

Eneatipo 2. El orgullo.

La pasión del dos es el orgullo porque usan la estrategia de dar, de ayudar para seducir y elevar su propia imagen. Necesitan ser el centro de atención y esconden una profunda necesidad de ser amados. Cuando están en su estado sano son tolerantes y benévolos. ¿Recuerdas esa canción de ‘Como yo te amo, nadie te amará’, de Rocío Jurado? Representa al eneatipo 2 en su máximo apogeo. La Madre Teresa de Calcuta era un dos, en un estado muy sano, y Elvis Presley.

Eneatipo 3. La vanidad.

Los vanidosos se suelen centrar en brillar en su trabajo. Buscan su ser a través del éxito. Son máscara pura y muy camaleónicos: saben qué imagen dar en cada lugar y para cada persona. Su gran tragedia es que no saben quiénes son en realidad porque son a través de la imagen que dan. Sanos se desprenden de esa máscara y de esa necesidad de reconocimiento. Tom Cruise y Oprah Winfrey son ejemplos.

Eneatipo 4. La envidia.

Su pasión es la envidia y tienen una sensación profunda de carencia. Se suele comparar con los otros y usan el sufrimiento propio para resaltar su importancia. Su salida es llegar a darse cuenta de que con lo que son y con lo que tienen, está bien. Michael Jackson y Frida Kahlo se ubicarían en este eneatipo.

Eneatipo 5. La avaricia.

Los avaros tienden a acumular conocimientos (de ahí la avaricia) y viven con distanciamiento emotivo. Son muy intelectuales y tienen una gran necesidad de independencia. Son personas que viven la mente más que en el cuerpo o en las emociones. Stephen Hawking y Tim Burton son ejemplos de 5.

Eneatipo 6. El miedo.

El miedo es su pasión dominante. Son personas que suelen dudar continuamente. Buscan la autoridad pero al mismo tiempo huyen de ella. Ahí un tipo de seis que no es consciente de ese miedo y se comporta de forma temeraria, pero en realidad lo hace para vencerlo y no verlo. En su estado más sano conectan con la valentía. Woody Allen y Adolf Hitler son 6.

Eneatipo 7. La gula.

Los gulosos suelen ser personas alegres, con multitud de planes de futuro para pasárselo bien y que huyen del sufrimiento. Para ellos la vida es un jardín del edén que merece ser disfrutado. Huyen de lo doloroso y de lo que pueda acarrear el más mínimo sufrimiento, lo que hace que sólo vivan la vida a medias. Peter Pan es un ejemplo de 7.

Eneatipo 8. La lujuria.

Los lujuriosos son buscadores de la intensidad a los que no les importa meterse en peleas con tal de no parecer débiles. Suelen dar miedo al resto de la gente, porque se tienen que hacer fuertes para lograr su gran objetivo: que no les dominen. Detrás de esa armadura ocultan una gran inocencia. Tony Soprano, el mafioso protagonista de ‘Los Soprano’ o Robin Hood son este eneatipo.

Eneatipo 9. La pereza.

Los perezosos suelen ser personas, aparentemente felices, pero con una gran dificultad para mirarse a sí mismos y saber qué es lo que desean. Se funden con su entorno y son grandes pacificadores. Winston Churchill o Nelson Mandela son 9.

Esto es un resumen muy breve de qué es el eneagrama. Como podrás intuir, es algo muy complejo y que no se puede explicar a fondo en un artículo. ¿Te has ubicado en algún eneatipo? ¿Intuyes ya cuál es la pasión que te domina? Si tienes cualquier duda, pregunta u observación puedes plantearla ahí abajo en los comentarios.