¿Tienes ya tus metas y objetivos para 2019? ¿Sabes ya lo que quieres para el nuevo año que llegará tan sólo en unas horas? Estas mismas preguntas me las llevo haciendo a mí misma desde hace algunos días: ¿cuáles son mis metas y objetivos para 2019? ¿Cuáles son las metas y objetivos para 2019 de Viventi? ¿Qué es lo que deseo para este año que comenzará en un rato? ¿Qué quiero para estos 365 días que tengo por delante como 365 páginas en blanco para ir escribiendo?

Yo siempre he sido mucho de metas y objetivos. Haber practicado atletismo y haberme dedicado a la competición hizo que se instalara en mí el chip de la meta y del objetivo. Cada nueva temporada era una nueva declaración de intenciones. Y esto me lo he llevado a la vida. Así que cada nuevo curso y cada nuevo año es un momento en el que plantearme hacia dónde quiero que vaya mi vida, qué quiero conseguir y a dónde quiero llegar.

Pero este año está siendo diferente.

Está surgiendo en mí una idea clara y es que, a fin de cuentas, la única meta que garantiza un cambio duradero es la de trabajar en nosotros mismos, la de trabajar en nuestra identidad, en quienes somos y en qué hemos venido a aportar a este mundo. Cuando nos planteamos metas y objetivos creemos que con un cambio en el comportamiento es suficiente. Me explico: si por ejemplo mi meta para este año fuera ir todos los días al gimnasio, creemos que tan sólo con querer ir todos los días al gimnasio, ya es suficiente.

Sin embargo, para que este cambio sea duradero es necesario que haya un cambio de concepto sobre nosotros mismos, sobre quienes somos, sobre cuál es nuestra identidad. Si yo me defino a mí misma como una persona sedentaria, es muy difícil que disfrute con el gimnasio y que ese cambio sea duradero. Para perpetuar ese cambio es necesario que yo me sienta deportista y sienta que el deporte es algo básico en mi vida.

Lo contrario, es poner tiritas en el comportamiento y, de forma irremediable, lleva al fracaso.

Justo ayer llegué navegando por internet a un vídeo del que fuera el maestro del gran gurú del desarrollo personal Tony Robbins. Jim Rohn es su nombre y con una sola frase enmarcó una idea que venía rondándome por la cabeza desde hacía algún tiempo: “El valor más grande de la vida no es lo que obtienen. El valor más grande de la vida es aquello en lo que se convierten”.

En este vídeo de una conferencia en Chile Jim Rohn cuenta como su mentor, cuando tenía 25 años, le retó a convertirse en millonario. Acto seguido le dijo que lo importante no era el hecho de ser millonario, sino la persona en quien se convertiría para lograrlo, las actitudes, las capacidades, el aprendizaje y el desarrollo de su personalidad que tendría que llevar a cabo para dar ese cambio.

Y, en realidad, esto es lo que importa.

Lo importante es trabajar en nosotros mismos para convertirnos en la persona que en realidad ya somos. El trabajo personal es como la labor de un escultor que poco a poco talla  la piedra para sacar la escultura que hay escondida dentro de lo que antes sólo era un gran pedrusco. No se trata de añadir nada, ni de quitar nada, se trata de acceder a lugares de nuestro ser a los que no sabíamos que teníamos acceso.

Lo importante es tener claro qué venimos a dar a la vida en lugar de qué es lo que nos merecemos que la vida nos dé. Si somos capaces de dar lo que llevamos dentro, de ofrecer lo que tenemos, expresaremos la verdad que hay dentro de nosotros, y lo demás llegará.

Porque cuando simplemente somos, lo demás sucede. Llegan los objetivos, llega lo que deseamos, llega lo que queremos porque expresamos nuestra verdad más profunda, esa que tiene que ver con nuestra misión y con lo que hemos venido a dar y a ofrecer.

Así que mi deseo para este 2019 que va a comenzar en un rato es que tu objetivo seas tú, sea trabajarte cada día, conocerte, habitarte para expresar y dar al mundo la verdad que hay en ti. Mi deseo es que este 2019 vivas en ti.