Mirar la muerte para disfrutar la vida Viventi

Disfrutar la vida. ¿Quién lo lo desea? Sin embargo, la muerte es lo único cierto. Es lo único que sabemos que pasará en nuestras vidas. Todos llegaremos al final, a exhalar nuestro último aliento, a morir. Al fin y al cabo la muerte es lo que nos iguala; ahí no hay ni pobres ni ricos, ni adultos, ni niños. Cuando llega el final, llega. Y no pensar en ello es una manera de distraernos de un desenlace cierto e implacable. No querer mirarlo es distraernos de la realidad.

Creas o no en otra vida, en eso que llaman el karma o la reencarnación, lo cierto es que tarde o temprano exhalarás tu último aliento y morirás. En esta sociedad es algo que no queremos ver: la muerte ya no se pasea por las calles como pasaba no hace mucho. Aún recuerdo los coches de muertos por las calles de mi pueblo con la comitiva detrás acompañando al difunto en lo que sería su último paseo. La muerte sacada a la calle y que nos pone por delante el final de nuestras vidas.

Esas imágenes ya no se ven. Los muertos han quedado relegados a los tanatorios, con cajas cerradas, llanto contenido y racionalización de que la vida se acaba, ya sea antes o después, de manera trágica o de manera que podríamos llamar plácida. Los muertos han quedado relegados a las fotografías que se publican en los periódicos y que de vez en cuando vienen a removernos conciencias y a hacernos ver lo bien que estamos, aunque no tengamos todo eso que anhelemos. Los muertos ya no se velan porque, total, están muertos. Ni se lloran. Porque hay que ser positivos y mirar hacia el futuro.

Todos los Santos ya no se celebra yendo a los cementerios, sino con Halloween, mucho más divertido, más ligero y más festivo. Yo, cuando era pequeña, le tenía pavor a todo lo relacionado con la muerte: me producía escalofríos pasar por la puerta del cementerio y, cuando era una niña, y veía uno de esos entierros por la calle corría en dirección contraria. Este puente era para mí un suplicio porque lo normal que acabáramos yendo al cementerio a poner flores a nuestros muertos.

Disfrutar la vida

Y, lo único cierto, es que acabaré muriendo, al igual que tú. Y esa muerte puede venir en cualquier momento, en cualquier instante, sin buscarla, sin mirarla, sin sentirla.

Tenerlo presente es un poderoso anclaje a la vida, a disfrutar la vida cada segundo, como si fuera el último.

A disfrutar la vida con todo lo que trae y con todo lo que se lleva.

A disfrutar la vida con alegría y con agradecimiento por cada segundo vivido.

A disfrutar la vida sin pena, sin queja, sin victimismo.

A disfrutar la vida de las pequeñas cosas: de la sonrisa de tu hijo, de la mirada de tu pareja por las mañanas, de  ver este nuevo amanecer, de oler la hierba fresca, de sentir la arena de la playa bajos mis pies o el sonido del viento que viene y va.

A disfrutar la vida como viene. Y punto.

Una propuesta para ti

Los que me leéis ya sabéis que Claudio Naranjo es mi maestro. Este verano estuve con él en un curso en el que trabajamos todo esto de la muerte. Él nos proponía tres trabajos que, te propongo yo a ti, hagas. Son muy sencillas y vas a necesitar para cada una unos diez minutos. Sí que es importante que te pongas en situación y no dejes a tu mente que se escaquee diciendo que es imposible. Simplemente acepta que es así:

  1. El primero consiste en que te imagines que te han detectado una enfermedad terminal y que el médico te da seis meses de vida. Ni uno más, ni uno menos. ¿Qué harías durante esos seis meses? Dedícale diez minutos a meditarlo. Primero a dejarte sentir ese veredicto y, después, a comprobar qué sientes y a qué te dedicarías. Puedes anotarlo en un papel.
  2. En el segundo, esa enfermedad es aún más agresiva y sólo te queda un mes de vida. ¿Qué harías ese mes? ¿Qué sientes? ¿Cuáles son tus pensamientos? Dedícale otros diez minutos a dejártelo sentir.
  3. En el tercero, tengo una mala noticia que comunicarte: acaban de disparar un misil que va directo a donde tú estás y no hay escapatoria. Te queda tan sólo una hora de vida. Dedica otros diez minutos a pensar en qué usarías esa hora de vida.

Me encantaría que me contaras, ahí abajo en los comentarios, de qué te has dado cuenta con estas tres meditaciones y si has descubierto algo sobre ti. Y me encantaría que me contestaras a esta pregunta: ¿Crees que pensar en la muerte te puede ayudar a disfrutar la vida?