perraco

Hay mucha gente que llega a terapia o a una sesión de coaching con la sensación de que es imposible cambiar, que el cambio no es posible e incluso que no es deseable porque asocian el hecho de cambiar a dejar una parte de la personalidad que es fundamental.

Desde mi punto de vista el cambio no viene desde el dejar una parte de nosotros. Nada sobra. Muchas gente que empieza un proceso de desarrollo personal te pregunta, al darse cuenta de lo que le atormenta, cómo puede dejar de ser así. No es necesario dejar de ser como se es, sólo es necesario darse cuenta de cómo se es.

Ser como somos tiene una utilidad. Nos ha servido durante todos estos años. El problema es que a veces hay que pagar unos tributos muy elevados y que, al comenzar un proceso de coaching o de terapia, te das cuenta de que ese rasgo que tú te creías que te era tan útil es un impedimento para ser feliz y para estar bien con quien eres.

Los que usamos con nuestros clientes y hemos trabajado en nuestras propias carnes con el eneagrama (un sistema de identificación de tipos de la personalidad desarrollado sobre todo por el psiquiatra chileno Claudio Naranjo) sabemos bien qué significa esto de identificarte sólo con unos rasgos.

Pongamos por ejemplo cómo viven la vida los cuatro. Vale, voy por partes. El eneagrama es, como he dicho antes, un sistema de identificación de tipos de personalidad. Establece la existencia de nueve tipos de personalidades diferentes y todos los seres humanos de este planeta seríamos uno de esos eneatipos que se asocian a un número.

Cada eneatipo tiene una pasión que es, por así decirlo, su rasgo predominante y el motor de su carácter. La pasión del uno es la ira, del dos, el orgullo; del tres, la vanidad; del cuatro, la envidia; del cinco, la avaricia; del seis, el miedo; del siete, la gula; del ocho, la lujuria, y del nueve, la pereza.

Volvemos al ejemplo de los cuatro. La pasión predominante del cuatro es la envidia, la envidia concebida como un anhelo continuo de lo que el otro. Los cuatro son personas que se comparan, que ponen la mirada fuera. La comparación y el mirar hacia los otros es necesario. De hecho, hay muchas personas que aprenden por comparación. El problema de esa comparación es cuando careces de la ecuanimidad suficiente para compararte en la justa medida y para no estar por encima o por debajo, como les pasa a los cuatro, que siempre salen perdiendo al compararse.

El cambio de los cuatro viene, por lo tanto, de incorporar la ecuanimidad a sus vidas, de ser consciente de cuándo se están comparando, por encima o por debajo, y de cuando la mirada está puesta tan afuera que dejan de mirarse a ellos mismos con objetividad.

En este caso, como en tantos otros, no hay que quitar nada, no sobra ningún rasgo, simplemente se trata de equilibrarlo con su contrario. A veces nos resultará útil compararnos y a veces nuestra salida sana será el ser ecuánime y no machacarnos.

Ahí es cuando se produce el cambio y cuando el eneagrama o cualquier otra herramienta usada en el desarrollo personal o en el desarrollo profesional tiene un poder transformador.