¿Quién soy yo? No sé si alguna vez te has planteado o no esta pregunta. No sé si alguna vez te has puesto delante del espejo y has sentido que en realidad estabas delante de una persona extraña a la que no conocías y que no sabías quién era, qué quería ni cuál era el sentido profundo de su vida. Quizás hayas notado una sensación de vacío, de no saber para qué estar viviendo ni para qué estar haciendo lo que estás haciendo durante cada minuto del día.

O quizás desconozcas si esas motivaciones profundas que en principio te mueven son en realidad tus  motivaciones. Quizás sean las de otros que andas cargando sobre los hombros como quien carga con un mueble incómodo.

A mí esta pregunta es de esas que me gustan. Supongo que porque hacérmela a mí misma cambió mi percepción sobre quién era. De lo primero que me di cuenta es de que, en realidad, aunque por aquel entonces tuviera ya más de 35 años, no tenía ni idea de quién era en realidad.

Si ahora te hiciera yo esta pregunta, ¿qué contestarías? Si lo escribes en un papel, podría ser un buena manera de empezar hoy a entrenar la conciencia.

¿Quién soy yo?

El otro día planteé esta pregunta en un taller enfocado a la autorrealización que guié en Viventi durante las jornadas de puertas abiertas. Había una decena de personas y fue curioso porque la manera de definirse variaba de una persona a otra. Algunos se definían de forma exclusiva con adjetivos, otros en función de lo que hacían y alguno que otro con su nombre y lo que podíamos llamar su curriculum.

Fue difícil poner en palabras lo que muchas veces es solo una intuición, un saber quienes somos desde lo más profundo de nuestro corazón pero sin sacarlo en el día a día en el que las prisas, las preocupaciones y las ambiciones acaban tapando nuestra verdadera esencia, una esencia que es diferente en cada caso.

Cada uno de nosotros tenemos una cualidad que venimos a desarrollar en esta vida, ponerla al servicio de los demás y hacernos crecer, trascender quienes nos creemos que somos, ese ego con el que nos identificamos y que nos hace convertirnos como personajes, no como esencia.

¿Alguna vez te has hecho esa pregunta de quién soy yo? ¿Con qué tres palabras podrías describirte? ¿Hay algo de tu esencia que ocultas a los demás? Si quieres saber más sobre cómo trabajar este asunto, echa un vistazo a este vídeo.

Simplemente ser

Hay un lama budista, Sogyal Rimponche, del que hablado en otros posts. Él es autor de ‘El libro tibetano de la vida y de la muerte’ y, cuando explica qué es meditar, asegura que es “simplemente ser”. Algo tan sencillo y en apariencia tan fácil es lo que cada día nos negamos y el motivo por el que nos negamos ese simplemente ser es porque no sabemos quienes somos.

En alguna ocasión he hecho esta pregunta en terapia o en las formación de coaching que hacemos aquí en Viventi. ¿Y tú quién eres? Poca gente encuentra respuesta a esa cuestión de quién soy yo no porque no sepa quién es, sino porque quizás nunca se ha parado a pensarlo o quizás porque le dé pudor admitir quién es en realidad. Todos estamos aquí para brillar, todos somos flores destinadas a florecer, como dice Claudio Naranjo.

La dificultad consiste en admitir que esa luz desea brillar con fuerza dentro de nosotros, como un sol que de forma constante está tapado por nubes, por las nubes del pensamiento que nos dice quién somos para hacer esto o aquello, que esto hay que hacerlo de esa determinada forma o que la vida es así y ya está.

El conocimiento profundo de nosotros mismos hace posible que veamos esa luz que cada uno de nosotros lleva dentro, ese brillo, esa esencia que de forma habitual llevamos oculta por miedo a que se nos vea demasiado, por ese miedo a brillar.

Cada vez estoy más convencida de que ése es el ego metido hacia dentro, podríamos decir. Cuando hablamos de personas egoicas, al menos yo, siempre pienso en alguien que se muestra como grande, con seguridad e incluso con prepotencia. Ése es un tipo de ego, porque también está el ego del ‘yo no puedo’. Ese ego es aún peor porque ahí no se reconoce la propia grandeza.

La persona que cae en ese ‘yo no puedo’ o ‘yo no merezco’ se pone por abajo y, en cierta medida, espera que alguien la rescate para llevarla a lo mejor de ello. Ahí se da ese ‘contraego’ porque en realidad se pone por encima de su propia grandeza anulándola lo que conlleva negar a la propia vida.

Espero que este vídeo te sirva para poner conciencia y mejorar tu habilidad de escucha activa. Ya sabes que la curiosidad y el entrenamiento te pueden ayudar a comunicarte mejor con tus clientes y pacientes y que tus sesiones sean más eficaces.

Si quieres aprender a responder por ti a preguntas como quién soy yo, echa un vistazo a la formación de coaching integrativo que tenemos en Viventi y en los que enseñamos a nuestros alumnos a hacer trabajos como este.