vacio-interior-Viventi

Fotografía de Jacques Henri Lartigue

Es probable que te haya sucedido que por más que has llegado a tener todo lo que deseabas había una parte de ti que, en cierta medida, se sentía muerta, sin vida, vacía. Quizás sentías un gran hueco en tu corazón, en alguna parte de tu cuerpo para el que no había consuelo ni esperanza.

A mí me ha sucedido: me pasó hace unos años cuando en apariencia lo tenía todo pero no tenía nada. El trabajo en aquel momento iba bien. Estaba trabajando donde siempre quise hacerlo, con un buen sueldo. También tenía pareja con la que estaba a gusto. Sin embargo, algo dentro de mí decía que no era suficiente, que necesitaba más.

No paraba en el día a día. Trabajaba muchas horas. Por la mañana, por la tarde y, además, por mi trabajo llegaba tarde a casa y para lo único que tenía tiempo y fuerzas era para ver alguna serie de televisión descargada de internet. Además, tenía que trabajar un fin de semana sí y otro no y aquello hacía que el peaje a pagar fuera demasiado alto, pues uno de los valores más importantes para mí es la libertad.

Sentía una saciedad que nunca llenaba, ni viajando, ni comiendo, ni haciendo miles de cosas e inventándome historias nuevas. Lo achacaba a cualquier roce en el trabajo -un trabajo de por sí estresante- o a cualquier aspereza en la pareja, pero lo cierto es que había algo de fondo que no marchaba como debía.

Al comenzar a hacer mi propio proceso de desarrollo personal lo vi todo claro: lo que no marchaba como debía era yo. El problema residía en que siempre había focalizado fuera una búsqueda que debía ir hacia dentro. Ahí es cuando comenzó lo que yo denomino mi viaje interior, en el que aún estoy inmersa, y que me ha llevado a crear Viventi y a dedicarme al coaching y a la terapia. 

¿Qué es lo que ha hecho que pueda llenar ese vacío interior y que ahora tenga una vida con muchas menos cosas, con más incertidumbres pero más feliz? A continuación cuento qué me ha venido a mí bien aunque estoy convencida de que la medicina que te puede venir a ti bien es parecida.

Conocerme

Saber la respuesta a la pregunta ‘quién soy yo’ ha supuesto un antes y un después en mi vida. Cuando comencé mi proceso de desarrollo personal no tenía ni idea de quién era ni de cómo era. Ahora, gracias por ejemplo a herramientas como el eneagrama y la meditación, puedo responder a esa pregunta y saber quién soy, como soy y para qué soy así. Casi nada.

No tener miedo a lo que hay dentro de uno mismo

A veces puede pasar que gastemos más energía en tapar lo que hay dentro de nosotros que en vivir de manera honesta y entregada la vida. En ciertos caracteres, como el mío, es habitual que si hay dolor o tristeza intentemos taparlo a toda costa. Sin embargo, el cambio surge cuando te das cuenta de que no pasa nada si, en lugar de evitar esas emociones, te entregas a ellas, las vives, las respiras y le dejas su espacio para que se expresen. El no hacerlo supone una lucha continua y un esfuerzo titánico que te desconecta de tu verdadero potencia.

Conectar con mi fuerza interior

A mí me gusta llamarlo así, pero creo que para cada uno de nosotros puede tener un título diferente. Para mí eso que yo denomino fuerza interior es una especie de determinación que está ahí dentro de cada uno de nosotros y que es más sabio incluso que nosotros y que en momentos de duda, de parálisis o de decir “ya no puedo más” nos guía como un aliento invisible. Estar abierto a uno mismo supone estar abierto a esa fuerza interior, a que surja esa parte nuestra que es única, especial y que nos hace irrepetibles.

Mirar ese vacío interior

Es habitual que cuando contactamos con ese vacío interior tendamos a, de forma inmediata, llenarlo con lo primero que tengamos a mano. En mi caso usaba la comida, la bebida, lo intenso… Como en todo, cada maestrillo tiene su librillo. ¿Qué pasaría si en lugar de huir de esa sensación que te fastidia reposas en ella y la observas? Sólo así sabrás qué es lo que se te está moviendo, qué es lo que hay de ti ahí que no te gusta y que de alguna manera te bloquea.

Aceptar que hay cosas que no dependen de mí

Sí, ya sé que es jodido y que la vida no siempre se puede aceptar como viene, sobre todo cuando lo que trae es algo contra natura. No te digo que te resignes, de ninguna manera, sí que te digo que aceptes que hay situaciones cuyo desarrollo no depende de ti, de lo que tú hagas. Imagínate empujando un río para que fluya en sentido contrario al mar. ¿Sería posible? No, ¿verdad? Pues lo mismo sucede con la vida. Hay ocasiones en las que nos empeñamos en empujar en sentido contrario a lo que en ese momento trae la vida. Eso es un esfuerzo vano, que no te llevará a ningún sitio. La actitud inteligente es la de la vela de un barco que va aprovechando la fuerza del viento para ir en la dirección que desea. Así tu esfuerzo será menor e irás al mismo ritmo que la vida.

Confiar en la vida

Ya, ya sé que ésta también es complicada, sobre todo cuando la vida te ha traído sinsabores. Más de una vez habrás escuchado eso de que todo lo que sucede es para algo, incluso lo más jodido, y que no hay hechos ni bueno ni malos, sólo son hechos. A mí pensar de esta manera me ha resultado reconfortante y me ha servido para ver la botella medio llena en lugar de medio vacío y para tener más confianza tanto en la vida como en mí misma. Me ha aliviado, y mucho, el darme cuenta de hay muchas cosas que no depende de mí y que más vale confiar en lo que me va a traer la vida en lugar de intentar controlarla.

Vivir de acuerdo con mis valores

Para mí hay dos valores principales: la trascendencia y la libertad. Antes no vivía de acuerdo a ellos. Ahora sí. Alinear mi vida y mis valores ha supuesto tener una brújula, saber hacia donde voy y qué es lo que sí quiero y lo que no quiero en mi vida.

¿Eres de los que vives con ese vacío interior? ¿Qué crees que lo produce? ¿Y que piensas que te puede venir bien para hacer que desaparezca de una vez por todas?