Parece que emprender se ha convertido en algo normal. Cada vez somos más las personas que nos decantamos por esta opción porque vemos en ella nuestra salida natural o porque, también los hay, no ven otra salida. Lo que es innnegable es que el hecho de emprender lleva aparejado un vértigo grande, un algo así como lanzarse al vacío, al infinito y una ola de subida y de bajadas emocionales de la que ya hablén en este Viventi.

Para mí fue un cambio grande: pasé de llevar 15 años enlazando un trabajo con otro, con sueldo fijo y en el alguno de los casos bastante bien remunerado, a pasar a vivir en la incertidumbre, sin saber qué va a pasar mañana y si este mes cobraré o no. Si eres emprendedor, seguro que te suena lo que te estoy contando.

Por mi experiencia con los emprendedores que han realizado y realizan conmigo el programa de desarrollo profesional que llevamos a cabo en Viventi, el miedo número uno es el miedo al fracaso. Sí, al fracaso. ¿Y qué es el fracaso? Pues el fracaso es no conseguir lo que deseas. Creo que la mayor de las pesadillas de cualquier emprendedor es tener que cerrar lo que ha iniciado con tanta ilusión sin que llegue a darle el dinero para vivir que deseaba ganar.

Si el miedo más común por parte de los emprendedores es el miedo al fracaso, ¿qué podemos hacer para que desaparezca? Lo que yo hago con los emprendedores que hago coaching en Málaga, en Viventi, o a través de internet es intentar que interioricen estos siente puntos:

1. El fracaso no existe

Lo que existe es la prueba-error. A mí me ha ayudado mucho haber hecho deporte durante toda mi vida y haberme dedicado durante diez años a competir en atletismo. En el deporte, por muchas veces que ganes, hay una que acabas perdiendo. ¿Eso es un fracaso? Pues no. Es un momento de analizar qué puedes hacer que no has hecho hasta el momento, de reflexionar, para un poco y coger aún más fuerzas para ponerte manos a la obra.

2. Enfócate en un objetivo, traza un plan y ¡adelante!

Uno de los principales problemas de los emprendedores que llegan a hacer coaching conmigo es que no tienen un objetivo bien definido. Saben que quieren emprender, pero muchas veces el emprender pasa a ser su objetivo número uno en lugar de poder vivir bien de la actividad que están inciando. Preocupa mas el cómo que el qué. Por supuesto que el comó es importante, pero no podemos olvidar que, además para sentirnos felices y cumplir nuestra misión, también emprendemos para vivir de ello. Así que si estás emprendiendo o tienes una empresa te animo a que te marques un objetivo explícito, del tipo este año quiero ganar 50.000 euros con mi empresa. Una vez que tengas el objetivo, enfócate a cómo conseguirlo. Veras cómo ahí te vas a la acción en lugar de estar en la cabeza.

3. La imperfección es enriquecedora

Otro de los frenos que veo en muchos emprendedores es el querer hacerlo todo de forma perfecta. Pasa, por lo que yo he visto, de forma especial con las páginas webs, que quieren tenerlas perfectamente hechas antes de lanzarse a la acción. La perfección es imposible y es aburrida porque en el momento en el que hago es perfecto no hay margen de mejora. Si éste es tu caso piensa cuántas veces el intentar hacer algo perfecto ha hecho que tardes una eternidad en hacerlo o no lo has hecho por temor a no llegar a ese estándar tan elevado que te has marcado.

4. Trabaja la mejora continua

Los japones usan el término ‘kaizen’ y es lo contrario a la perfección: es saber que siempre puedes mejorar algo, afinar. Es algo así como lo que hace un jugador de tenis a lo largo de su vida profesional que siempre anda pensando cómo mejorar sus golpes y entrena para ello.

5. Si ya no hay vuelta atrás, ¿a qué temes?

Para mí como emprendedora fue crucial darme cuenta de esto. Llegó un momento en el que ya había hecho la inversión inicial con Viventi, estábamos rodando, con clientes y, aún así, seguía con miedo. Fue ahí cuando me dije: “Si ya no vas a dar marcha atrás y vas a ir hasta el final, ¿qué haces teniendo tanto miedo?”. Te garantizo que ese día algo cambió en mí.

6. Sé flexible como el bambú

Encabezonarnos en algo trae malas consecuencias. Creo que un empresario tiene que tener olfato y el olfato incluye oler por dónde va la cosa, qué problemas son los que puedes solucionar a tus clientes y cómo solucionarlos. Para ello necesitas tener la misma flexibilidad que el bambú, que es capaz de doblarse sin partirse.

7. Y sé fuerte como un león

La fortaleza es ser consecuente. Saber que eso por lo que luchas es algo muy importante para ti y que tu objetivo es sacarlo adelante. Se puede decir que, en cierta medida, tu vida va en ello, así que lo único que te queda en este momento es luchar para hacerlo realidad.

Si estás emprendiendo o has emprendido me atrevo a decir que has pasado por alguno de estos momentos. ¿Quiers compartir con nosotros cuál ha sido tu estrategia para superarlo?