El problema de la mayoría de loas coachs, terapeutas y profesionales de la ayuda que están comenzando y quieren vivir del coaching o de la terapia es que no tienen clientes. Por muy duro que parezca, puede suceder que por mucho que te esfuerces y por mucho que hagas los clientes y pacientes no lleguen. Ves a otros compañeros que se han formado contigo, que ya han arrancado, que comienzan a hacer sesiones y, sin embargo, tú sientes que estás en un puerto muerto del que no sabes cómo salir y que jamás vas a lograr vivir del coaching o de la terapia.

Lograr cada cliente o paciente es un mundo y tienes las sensación de que jamás va a llegar el momento en el que puedas vivir de lo que te apasiona, por muchos carteles de talleres y de lo que haces que cuelgues en Facebook y en las 20.000 redes sociales que tienes la sensación que es necesario atender.

Después de unos meses, lo más habitual es que llegue la frustración y que acabes tirando la toalla porque piensas que jamás vas a llegar a eso que tanto anhelas: acompañar a personas en sus procesos de desarrollo personal o profesional y poder vivir del coaching o de la terapia. Yo pasé por ahí, por ese momento en el que pensé en tirar la toalla y volver a vivir de la comunicación, trabajando para otros, que es lo que había hecho durante toda mi vida. Pensé que al fin y al cabo volver a trabajar como periodista en un gabinete de comunicación no era mala salida: era cómodo y que podría tener seguridad, esa seguridad que llevaba ya varios años echando de menos, desde que me fui del periódico en el que trabajaba.

Y cuando pensé con seriedad en esa opción no fue hace tanto. Fue en el verano de 2015, cuando llevaba ya dos años y medio con Viventi y veía que por mucho que nos esforzábamos Alejandra, Pilar y yo (en aquel entonces éramos tres socias en lugar de las dos que somos ahora), el proyecto no acababa de arrancar.

Sí, teníamos clientes, hacíamos talleres fuera, trabajábamos con algunas instituciones pero no teníamos ni mucho menos el flujo de clientes y pacientes de coaching y de terapia que necesitábamos para tener un salario que pudiéramos llamar digno. Por aquel entonces, mi media de sesiones al mes era de seis.

Por fortuna, al tener Viventi teníamos alquileres, otras actividades y, como ya te he comentado, hacíamos talleres en empresas e instituciones que nos permitían ir subsistiendo, pero lo que yo quería era tener clientes de coaching y terapia, acompañar a personas en sus procesos y eso, por mucho que lo intentara, no llegaba. Vivir del coaching y de la terapia parecía más lejano que nunca.

Es más, incluso cuando tuve esas dudas que te comento, como por arte de magia, me quedé sin ningún cliente y durante el verano de 2015 no hice ni una sesión. Ni una. Ahora, echando la vista atrás, creo que mi energía había bajado tanto que fuera también se percibía. Como yo lo llamo ahora, había perdido el foco.

¿Qué pasó justo un año después para que mis sesiones crecieran un 400%? Sí, has leído bien: un 400%. Pasar de una media mensual de seis sesiones al mes a 34 en sólo un año, de 2015 a 2016. Y, lo que es más importante, ¿qué pasó para que se disiparan mis dudas y supiera que esto del coaching y del desarrollo personal es mi camino?  Esto es lo que sucedió:

1. Encontré el coaching wingwave

Para mí está fue en realidad mi piedra de toque. Echando la vista atrás, he de confesar que había casos de coaching y de terapia, en especial aquellos que tenían que ver con bloqueos, que no sabía cómo abordar. Tuve un par de clientes con los que nada de lo que probaba servía. Recuerdo uno que tenía miedo a trabajar y que, tras cuatro sesiones, acabó yéndose porque no había manera de dar con lo que le pasaba.

Yo consideré que lo había intentando todo, pero dentro de mí sabía que podía hacer algo más. Y ese algo más llegó unos meses después cuando hice la formación de coaching wingwave y apareció delante de mí la herramienta que había buscado y que era la pieza de puzzle que faltaba.

¿Cómo me di cuenta que era justo lo que necesitaba? Pues cuando salí de la formación, que la hice en diciembre de 2015 en el Institut Gestalt de Barcelona, estaba deseando hacer sesiones de coaching wingwave a todo el mundo y contarle cómo funcionaba. En aquella formación hicimos un trabajo personal con objetivos. Cada uno de nosotros, los coachs que nos estábamos formando, formulamos un objetivo y desarrollamos los pasos a seguir con coaching wingwave.

Ahora cuando echo la vista atrás no puedo evitar una sonrisa al pensar que ese objetivo ya está casi conseguido pues no era otro que hacer 20 sesiones de coaching wingwave a la semana, y aunque aún no he  llegado ahí sí que ha habido semanas que he estado cerca. De todas formas, aunque ese número exacto no esté logrado sí que está logrado lo que había detrás de ese número y que era poder vivir de esto y acompañar a las personas en sus procesos de cambio.

Tan interesante me pareció esta herramienta que nos trajimos la formación a Málaga, a Viventi, y ya en mayo de 2016 salió la primera promoción de coachs wingwaves de Andalucía. Ahora, en marzo de 2016, tendremos la segunda promoción de esta formación, dirigida a coachs, terapeutas y profesionales de la ayuda.  Si quieres saber más sobre ella y si puede ser la herramienta que tú crees que necesitas, no dudes en preguntarnos.

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Mira, esta es la foto con mi diploma de coach wingwave. Ahí estoy con Aina Olivé y Vicens Olivé, con quienes me formé, y la verdad es que al verla no puedo evitar una sonrisa por todo lo vivido desde entonces.

2. Conté lo que hacía con el coaching wingwave y practiqué

Pues sí. Me puse a contar como una loca lo  que hacía. A todo aquel amigo que se ponía a tiro le hacía una sesión de muestra con algún bloqueo que tuviera. Practiqué, practiqué y practiqué. En bares, en la playa, en mi casa, en cualquier lugar en el que un conocido se pusiera a tiro. Me entusiasmé y trasmití ese entusiasmo en persona, a través de las redes sociales y a través de lo que escribía. Y tuvo sus frutos porque ese entusiasmo (podríamos llamar también alineamiento entre quien yo soy y lo que hago) se contagió y pasaron cosas como este post de una clienta, en la que cuenta su experiencia con el coaching wingwave, o como esta entrevista para televisión o ésta para una revista. Y lo que es mucho más importante, pasaron cosas como las que cuentan Leticia o Juanma en estos testimonios.

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3. Adquirí un foco

Llegada a este punto me di cuenta de que mi problema anterior era que no había tenido foco. Por eso los clientes no llegaban. El coaching wingwave me había dado el foco que para otra personas puede ser la arteterapia, la terapia Gestalt, la terapia corporal, las constelaciones o el psicoanálisis, por ejemplo. Por así decirlo, había encontrado mi herramienta y lo que podía aportar a las personas con ella. Fue justo en ese momento cuando todo el bagaje de formaciones que llevaba a mis espaldas (y que no son pocas) adquirió un sentido. Eso hizo que todo fuera sencillo a partir de ese momento. De hecho, con mis clientes del programa de mentoring para coaches y terapeutas que desarrollamos en Viventi, lo primero que hago es intentar que tengan ese foco, porque una vez encendida esa luz el movimiento hacia la realización es imparable porque llega un momento en el que entiendes que no hacer eso con lo que vibras, es una forma de morir en vida.

4. Dejé caer lo que no servía

Pues sí. Se acabaron los talleres en empresas y en instituciones a no ser que sea algo muy puntual y que me apetezca en realidad. Eso se lo dejo a mi compañera Pilar, que a ella le encanta y lo hace mucho mejor que yo.

5. Transmití lo que lograrían mis clientes

¿Qué me pasó a mí al principio de intentar dedicarme a vivir del coaching y de la terapia? Que me enfocaba en contar qué hacía. Lo importante no eran los resultados de mis clientes: lo importante en la comunicación era el método que usaba. Lo que sucede es que al cliente y al paciente le da igual el método que uses, lo que le importa es si su problema se va a resolver o no. Fue como cambiar el chip y enfocarme en el cliente, no en mí y en sentirme segura porque me avalaba tal o cual método. Esta vuelta de tuerca también hago a mis clientes de mentoring que la practiquen y, créeme, funciona.

6. Reconocí mi misión

Pues sí. Una cosa es reconocer tu misión de boquilla, diciendo que es tal o cual para ponerla en tu página web y que quede molona, y otra cosa es sentirla como cierta y como verdadera. Yo creía saber de un modo mental cual era mi misión, pero no vibraba con ella, no la sentía dentro de mí como parte de mi ser y de mi esencia. Ahora sí la siento y esa misión tiene que ver con la fuerza interior. Durante mucho tiempo yo he hecho en mí misma un trabajo de conexión con esa fuerza interior. Siempre he sido muy fuerte, pero externamente. Para que te hagas una idea de lo fuerte físicamente que era, durante toda mi adolescencia me dediqué a lanzar peso, disco y martillo. Me tiraba horas en el gimnasio para ser fuerte físicamente. Sin embargo, internamente era vulnerable. Cuando empecé mi proceso terapéutico fue por eso, porque contacté con esa vulnerabilidad y con el vacío que me provocaba. Y buena parte de mi camino ha sido contactar con mi fuerza interior, con esa que está ahí pase lo que pase y que me aporta presencia a la vez que ternura y espontaneidad. Y mi misión tiene que ver con eso, con acompañar a personas que contacten con esa fuerza interior y ahí el wingwave es una herramienta, la PNL es otra, la meditación otra, el eneagrama y la terapia transpersonal otra. Incluso la escritura es una herramienta puesta al servicio de esa misión. Así todo cuadra, ¿verdad? Y ahora, ya haga sesiones de wingwave o acompañe a otros coachs y terapeutas a vivir de esto, lo hago con la conciencia de que los acompaño a contactar con esa fuerza interior que está ahí esperando a ser recuperada.

7. Fui feliz

Pues sí, porque vibro con lo que hago y con lo que soy. Y en cada sesión con mis clientes, al igual que con cada línea que escribo, expando un poquito más mi corazón y siento el agradecimiento por lo que estoy viviendo.

¿Cómo llevas tú esto de dedicarte a vivir del coaching o de la terapia? ¿Está siendo fácil o difícil? ¿Cuáles son las principales dificultades que te estás encontrando? Me encantaría saber en qué punto andas y cuáles son tus principales dificultades.