Ya lo dice el tango de Gardel: a veces sentimos que es un soplo la vida y que 20 años no es nada. Eso nos pasó a Pilar Pineda y a mí la semana pasada, cuando casi 20 años después de acabar nuestra carrera de Periodismo volvimos la semana pasada a esa facultad a dar un taller a futuros compañeros de profesión. Alumnos que ya están en cuarto, que ya son casi periodistas porque la mayoría ha hecho sus prácticas, ha estado en medios, tiene proyectos para crear empresas periodísticas y vibran con su profesión al igual que lo hacíamos nosotras cuando hace 20 años estábamos sentadas detrás de esas bancas.

Al igual que ellos teníamos ilusión, mucha ilusión, pero también muchas dudas y miedos de no saber qué iba a pasar con nuestras vidas. La pregunta que rondaba por nuestras cabezas hace 20 años era ‘¿y ahora qué?’ con un panorama en los medios de comunicación casi tan turbio como el que hay ahora mismo, en el que creíamos que era casi imposible encontrar trabajo y cuando necesitábamos unas palabras de ánimo, que nos recordaran que nosotros podíamos hacer lo que queríamos, que podíamos trabajar como periodistas y ganarnos la vida con ello.

Yo, en aquel entonces, tenía muy claro lo que quería. Quería ser periodista, contar historias, trabajar en un medio de comunicación y vivir el periodismo con intensidad, con la misma intensidad con la que me gusta vivirlo todo. Y creo que tenerlo tan claro fue lo que hizo que pasara nada más y nada menos que 15 años viviendo del Periodismo en dos medios que aún hoy considero mi casa: Europa Press y El Mundo.

Por eso pusimos a trabajar a los alumnos de Creación y Gestión de Empresas Informativas durante dos horas en sus objetivos y en su marca personal. Fue su profesor y compañero de promoción, Francis Paniagua, quien nos invitó a impartir este taller, sobre el que habla en este post. Nuestro primer objetivo era hacer que ellos tuvieran claro qué quieren. Este taller está enfocado a la creación de marca personal (si quieres hacerlo online puedes seguir este enlace) y lo primero que le pedimos es que se plantearan cuál es su objetivo, que soñaran con aquello que quieren. Si no sabes cuál es tu destino, es muy difícil llegar. Así que le pedimos que determinaran cuál es ese destino.

De ahí pasaron a hallar sus valores, la brújula que nos permite llegar a nuestro destino. Los valores son como la prueba del algodón y tienen que estar alineados con tus objetivos. ¿Imaginas a un pacifista montando una armería o a un vegano una carnicería? Y continuaron teniendo clara su misión y su visión en la vida, como elementos que nos dan combustible extra para ir a ese lugar al que queremos ir.

Nosotras casi siempre acabamos los talleres de la misma manera: le pedimos a nuestros alumnos que digan una palabra que resuma lo vivido. Y escuchar de boca de estos alumnos palabras relacionadas con motivación y con sentir que pueden, fue un regalo.

El mismo regalo que volver a  la Facultad 20 años después y sentir que ellos éramos nosotras hace 20 años, cargadas de ilusiones, de sueños y de muchos miedos y dudas. El regalo de sentir que 20 años no es nada y que aún vivimos con el alma aferrada al dulce recuerdo de cuando soñábamos con ser periodistas.