Escuchar a Joan Garriga siempre es un revulsivo porque, al menos a mí, me remueve un poco la conciencia cada vez que lo oigo. Hace ya cuatro años, la anterior vez que estuvo en Málaga, lo entrevisté para elmundo.es (por aquel entonces yo trabajaba allí) y me habló de su fórmula para la felicidad y me hizo pensar tanto al escucharlo como al escribir esa entrevista en que ser feliz es en realidad algo sencillo, sólo que nosotros hacemos algo complicado alcanzarla.

En la charla que anoche dio en La Térmica habló sobre el buen y el mal amor durante una hora y media la frase que se me quedó grabada a fuego es la que he usado para titular este post: “No hay pecado más grande que no darle a la vida lo que tenemos que darle”.

Ese no darle lo que tenemos para darle sería un mal amor, hacia la vida y hacia nosotros mismos. Y supongo que se me ha quedado grabado a fuego porque es uno de mis principales temores actuales: no darle a la vida lo que tengo para darle. Entretenerme por el camino e ir haciendo otras cosas pero no eso que de verdad me toca hacer. Y supongo que también se me ha quedado grabada a fuego porque lo veo en muchas de las personas que vienen a hacer coaching conmigo: su mayor sufrimiento es no darle a la vida esa grandeza que tienen dentro y que no saben de qué manera sacar.

Es más, muchas veces se escudan en excusas para ocultar esa grandeza y hacerla pequeña porque así es como han aprendido a vivir. He de confesar que esos son los procesos que más me gustan, esos en los que las personas acaban dándose cuenta de cuál es su grandeza y ven todo lo que tienen para dar. Y se ponen a darlo.

Joan Garriga decía anoche que “nuestra capacidad de crear problemas que no existen es infinita” y que si queremos tener un problema “la fórmula es muy simple: decir que algo debería haber sido de otra forma”, por ejemplo mi hijo “no debería haber muerto”. “No hablamos de conformidad, sino de una actitud heróica: lo que ya fue, ya tomó su lugar”, matizó.

También habló sobre el diálogo más importante que es ese que establecemos entre “ese que llamamos yo y la vida, una dialéctica constante” que nos puede poner fuera o dentro de la vida. De hecho, “no elegimos lo que vivimos pero estamos en la vida cuando decimos lo que queremos y entramos en concordancia con eso que la vida quiere y nosotros no queremos. Lo que sucede, aunque sea doloroso, es un regalo sagrado de la vida para que lo abracemos”, explicó.

“El buen amor nos amplía, nos da libertad, crecimiento, desarrollo. El buen amor significa sintonía con la vida tal y como es”, aseguró Joan Garriga, que recordó que el mayor arrepentimiento de las personas que van a morir es no haber amado más.

Gracias Joan por estas palabras que me dejan removida.