Siento decírtelo, pero por mucho que en silencio te lo repitas, no puedes con todo.

Creer que puedes con todo es condenarte a llevar un peso sobrenatural sobre la espalda.

Creer que puedes con todo es estar cada segundo luchando, corriendo y cargando con todo aquello que no te corresponde.

Creer que puedes con todo es condenarte a la lucha eterna porque poder con todo es creerte más grande que la vida y, siento decírtelo, la vida es más grande que tú.

La vida manda.

La vida a veces te da y a veces te quita.

La vida te pone en tu sitio.

A veces te mueve y a veces te para.

Y, en ocasiones, te maltrata con ese destino que jamás hubieras imaginado ni deseado.

Porque, por mucho que nos joda, no controlamos nada.

Y lo único que podemos es convertirnos en velero que va a favor del viento para surcar ese mar que es la vida.

Navegar a favor del viento, con disfrute, calma y observando ese paisaje que a cada segundo se despliega a nuestro alrededor en forma de sonrisa, caricia o gesto de amor.

Navegar con conciencia de hacia dónde voy pero con la paciencia de quien nada tiene que perder y tiene toda la vida por delante para ser, crecer y disfrutarlo.

No puedes con todo porque la vida va de poner con todo.

Va de frustarse a veces, de en ocasiones disfrutar y de a veces aceptar que no podemos porque la vida es más grande que nosotros.