Yo soy una de esas personas que suele tener claro lo que quiero. No me importa reconocerlo en voz alta e ir a por ello. Es más, cuando lo tengo claro siento una especie de fuerza imparable, algo así como un impulso, que me lleva a por eso que quiero. Cuando los coachs hacemos un proceso de coaching con una persona, lo habitual es que trabajemos para alcanzar un objetivo, una meta o un deseo. Ahí el poder de nombrar lo que deseas es imparable.

Ya se sabe que todos vemos la vida con unas gafas diferentes, con un filtro, y por mi manera de ser pensaba que todo el mundo, al igual que yo, tenía muy claro lo que deseaba. No es así. A medida que hago sesiones de coaching y tengo más clientes me doy cuenta de que una de las grandes dificultades de muchas personas es esa: nombrar lo que desean, lo que quieren, eso con lo que en la intimidad y a veces sin ser demasiado conscientes, sueñan. ¿Sabes tú nombrar lo que deseas?

Algunas de estas personas tienen la sensación de que si dicen en voz alta cuál es ese sueño van a ser juzgados, o quizás que no merecen eso que desean. También hay veces en las que tienen la sensación de carecer de permiso, bien propio o de otras personas que los rodea, o que su bienestar va a afectar de forma negativa a los que tienen más cerca. La sensación es que nombrar ese sueño en voz alta les va a traer problemas a ellos o a las persona que quieren e incluso hay veces en las que cumplir ese deseo de cambio podría romper la lealtad tácita que hay con algún familiar que, es posible, ya haya muerto.

Lo que nosotros mismos nos bloqueamos

Por ejemplo, hay quien no se atreve a decir en voz alta ni reconocerse a sí mismo que quiere dedicarse a tal o cual profesión porque alguien importante para él le dijo en determinado momento que cómo se iba a dedicar a eso. Otras que ni siquiera puedan verbalizar que su sueño es tener su negocio por algo que le dijeron de pequeños. Hay personas que bloquean de forma inconsciente la entrada de dinero y la prosperidad porque cuando eran niños se identificaron con un abuelo con dificultades económicas y tener prosperidad sería romper esa lealtad, significaría traicionarlo. Todo esto sucede a un nivel inconsciente, difícil de ver a simple vista.

Desde que conocí el coaching wingwave tengo algo muy claro: hay decisiones, sueños y acciones que nos fortalecen. Y hay otras que nos debilitan. El cuerpo habla y través del test o-ring, que es el que usamos en wingwave, podemos ver de una manera clara qué fortalece y qué debilita  a cada persona e incluso podemos ver y desbloquear estos programas que nos bloquean, nos limitan y nos anclan a una vida que en el fondo sabemos que no queremos.

Nombrar lo que deseas

El primer paso es el de poder nombrar en voz alta lo que queremos. Y, créeme, no es algo sencillo. Muchas personas vienen con una idea de lo que quieren, de lo que desean, y a medida que hacemos sesiones esa idea cambia y no precisamente porque cambie, sino porque a lo largo del trabajo aflora su deseo real, ese deseo que a menudo protegemos como si fuera un tesoro y ni siquiera nos atrevemos a verbalizar porque ponernos delante de él es ponernos delante de todos nuestros fantasmas. Reconocerlo es como desenmascararnos porque en ese deseo están nuestros sueños y nuestros anhelos.

A mí, que tan claro creo que lo que quiero, me ha tocado también ponerme delante de esta realidad. Pensaba que mi objetivo era uno bien estructurado, con un plan de acción, pensado y meditado. Hacer un proceso propio me puso delante que mi deseo primigenio, así podíamos llamarlo, era otro, mucho más simple, sencillo y en mi mano: escribir un libro. Ese era mi deseo en el  que se encontraban todos mis fantasmas de deseos, inseguridades y de sentirme no merecedora de ello.

¿Cuál es el tuyo? ¿Cuál es ese deseo que sabes forma parte de tu destino pero no te atreves a mencionar en voz alta? El primer paso para que se haga realidad es ése: reconocerlo en voz alta y admitir que eso precisamente es lo que tú quieres.